Voy al instituto, intentando que no se me note la tristeza que llevo día tras día.
Pero de pronto, es estar entre ellos y alegrarme, ser feliz. Me siento bien cuando estoy con mis amigos. Todo son alegrías, muchas risas. Saben como alegrarme aún sin saber que estoy mal.
Pero toda esta felicidad se derrumba cuando llego a casa. Todo cambia. Absolutamente todo.
Sólo se oyen gritos y nunca se podrá hablar bien y tranquilo, no. Intentas decir que si puedes hacer algo o quedar con tus amigos y te comen como lobos, con sus palabras y gritos. A veces ocurre un día, al otro no, dos días seguidos... yo que sé.
Sólo sé que se me están acumulando muchos problemas y a la mínima puede que estalle.

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